El Forjista

Bonadío, un juez de la guerra

Jorge Elbaum

Publicado el 11 de octubre de 2017 en Nuestras Voces

La persecución política desatada contra Cristina Fernández de Kirchner tiene ecos internacionales. La convocatoria para llevar a cabo indagatorias dispuesta por el juez Claudio Bonadío es algo más que una interferencia en la campaña electoral. Es un mensaje enviado desde núcleo central del poder hegemónico internacional, hacia quienes intenten –a futuro– establecer vínculos y tratativas soberanas ajenas al establishment del complejo militar-industrial.  El pedido de indagatorias hacia la ex presidenta y una docena de ex funcionarios,  legisladores y militantes políticos se lleva a cabo en el mismo momento en que el primer mandatario de Estados Unidos efectúa tratativas para dejar sin efecto el memorándum de entendimiento realizado entre  Estados Unidos e Irán, en conjunto con Francia, Gran  Bretaña, China y Rusia. Este último acuerdo tiene como concepto central  la no proliferación nuclear para usos bélicos.

Los dos acuerdos establecidos con la República Islámica de Irán compartieron el mismo marco de referencia,  vinculado con la exigencia de la comunidad internacional para que el gobierno persa suscriba acuerdos de respeto y colaboración con la justicia argentina y con las agencias de cooperación y control nuclear. En el caso argentino, específicamente, relacionado con la posibilidad de llevar a cabo las indagatorias -necesarias para la continuidad del juicio por el atentado de 1994-, y en el caso del denominado “5 más 1”, para limitar la escalada guerrerista y negociar la estabilidad de una zona (medio oriente) atravesada por conflictos armados civiles y enfrentamientos entre sunitas y shiítas. Ambos acuerdos tuvieron, en su momento, el aval internacional de los sectores más comprometidos con la paz, y la furibunda oposición de los grupos y empresas consustanciados con la guerra.

Estas dos visiones son las que se hacen presentes en el pedido de indagatoria: por un lado el modelo de “relaciones carnales” practicado por el menemismo y la derecha republicana, expresadas en su momento por el gobierno de Bush. Y por el otro el intento, basado en una lógica multilateral,  por llevar a las relaciones internacionales a un lugar de cooperación que evite las guerras y el derramamiento de sangre.

Los años noventa expresaron el festival neoliberal y las incursiones en Irak, que dejaron a su paso una guerra civil con millones de desplazados y muertos. La participación de Argentina en ese circuito incluyeron la participación guerrerista en medio oriente, el contrabando de armas hacia destinos solicitados por la CIA y los atentados terroristas en 1992 y 1994, en la embajada de Israel y en el edificio de la AMIA / DAIA. Durante ese período, Claudio Bonadío fue integrante de la “mesa chica” de Carlos Corach, uno de los hombre de mayor confianza de Menem y fue nombrado juez gracias a estos mismos vínculos. En 1997 el ex ministro de economía, Domingo Cavallo confesó a la prensa que el recientemente nombrado Juez Claudio Bonadío figuraba en la famosa “servilleta” en la que Corach asentaba los nombres de los magistrados controlados por el menemismo.  En el año 2010 el entonces Fiscal Nisman, acusó a Carlos Corach, a su hijo Maximiliano, a Claudio Bonadío y a Jorge “Fino” Palacios por amenazas contra la vida de sus dos hijas. En el escrito presentado en el Juzgado número 7, secretaría 13 del Tribunal Nacional Criminal y Correccional Federal, Nisman advertía:  “Ante la gravedad de los hechos que han sido puestos en mi conocimiento -donde inclusive se menciona la posibilidad de realizar actos violentos o intimidatorios contra mis hijas- solicito una amplia y profunda investigación sobre cada uno de los pormenores y personas mencionadas”.

Claudio Bonadío ha sido un funcionario muy cercano de Hugo Alfredo Anzorregui quien se desempeñó como jefe de la SIDE, durante el menemismo,  y que hoy se encuentra procesado por ser parte del encubrimiento de la “causa AMIA”,  en la cual también se juzga –bajo el blindaje silenciador de los medios hegemónicos– a quien fuera el titular de la DAIA, Rubén Beraja. La DAIA y la AMIA son parte de la querella contra la ex presidenta, a quien se acusa de acordar la posible indagatoria de los acusados iraníes. Curiosamente,  Bonadio estuvo a cargo de la investigación por el encubrimiento del atentado a la AMIA, pero fue recusado en 2005 por falta de imparcialidad:  sus ex jefes y colegas, Menem, Anzorregui y Jorge “Fino” Palacios terminaron siendo acusados, y hoy están siendo enjuiciados bajo la comprensiva mirada de sus  protectores y socios instalados en el gobierno nacional. Tanto Palacios como Anzorregui fueron hombres de consulta de los servicios de inteligencia estadounidense e israelí. Cuando Macri nombró al “Fino” como su primer director de la policía de la Ciudad de Buenos Aires adujo que su nombre fue sugerido por la DEA y el Mosad.

El memorándum firmado por Obama fue cuestionado  por el actual presidente Trump y la inmensa mayoría de los referentes republicanos que suscribían la opción belicista, consistente en dotar de armamento a los países cerca nos a Irán e incluso apelar a la potencial posibilidad de atacar militarmente Irán para evitar no solo el desarrollo nuclear sino, para escarmentar a un Estado que desde 1978 hasta la actualidad ha permaneciendo en las antípodas de las políticas sugeridas por los Estados Unidos.  Esta opción militar también era (es) exigida por la ultraderecha israelí y la monarquía saudita por razones geopolíticas diversas, pero coincidentes con las demandas de los empresarios petroleros y del Complejo militar industrial que veían (ven) con simpatías la escalada bélica resultante de un potencial ataque. Nisman trabajaba desde 2010 con Stiusso al servicio de estos intereses.

La paz es uno de los máximos enemigos de quienes se financian mediante la fabricación de armas: los días posteriores a las masacres similares a la de Las Vegas se suele producir repetidos record de ventas de armas de uso personal en las grandes tiendas de los Estados Unidos.  El 17 de enero de 1961 el presidente de los EEUU,  Dwight D. Eisenhower se despedía de la presidencia con un discurso en el que se nombraba por primera vez al Complejo Militar Industrial. En un párrafo de dicho discurso  advertía “… debemos evitar la compra de influencias injustificadas, ya sea buscadas o no, por el complejo industrial-militar. Existe el riesgo de un desastroso desarrollo de un poder usurpado y [ese riesgo] se mantendrá. No debemos permitir nunca que el peso de esta conjunción ponga en peligro nuestras libertades o los procesos democráticos.” Bonadío no solo juega en las ligas nacionales.

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