El Forjista

Un compendio de fake news

Mariana Carbajal

Publicado en Página 12 el 2 de febrero de 2019

Celebrar que una niña sea madre es criminal. El editorial “Niñas madres con mayúsculas”, de La Nación, recibió a lo largo del día un repudio generalizado, que incluyó hasta periodistas de su propio staff. En el texto, el diario se regocija en torno del embarazo en la infancia. No sé qué me resultó más vomitivo, si cuando afirma sobre la existencia del “instinto de madre, lo que le nace de sus ovarios casi infantiles” (sic), para insistir con que la maternidad “es natural en la mujer” o la foto que ilustra el texto, de una niña con un osito de peluche en una mano y la otra levantada como diciendo basta (podría ser un gesto dirigido al abusador que la embarazó) acompañado por un epígrafe que dice: “Amor y valentía para seguir adelante, respetando la vida”. Hay otras frases despreciables: cuando dice “Admiración a las niñas madres, madrazas por cierto”. O cuando sostiene que no es relevante “la forma en que se gestaron los embarazos” de esas niñas, aludiendo al abuso sexual.

El editorial es repulsivo. Desconoce la realidad de las niñas forzadas a la maternidad. En Argentina, alrededor de 3000 chicas menores de 15 años se convierten en madres cada año, una cifra que se mantiene estable hace décadas. Las investigaciones –una de las últimas de Unicef, de 201– muestran que la maternidad temprana está asociada a situaciones de abuso o coerción sexual. Esas niñas no eligen ser madres. Sus embarazos no son intencionales. No es el instinto materno lo que las lleva a parir, sino la violencia machista. En primer lugar, varones, generalmente mayores que ellas, en muchos casos adultos, otras veces adolescentes, se apropian de sus cuerpitos esmirriados para violarlas y así fecundarlas. En segundo lugar, no existe el instinto materno, es una construcción cultural (de eso ya se ha escrito bastante).

Forzar a una niña a continuar con un embarazo es tortura: así lo definió el Comité de Derechos Humanos de la ONU, en 2011, en el caso LMR, por el cual el Estado argentino fue condenado a reparar el daño causado a una adolescente y con una discapacidad mental que la mantenía anclada en la infancia –que había sido embarazada en una violación–, y a quien no se le garantizó en el 2006 en el sistema de salud pública la interrupción legal de la gestación que solicitó su madre, ni siquiera cuando obtuvo una sentencia que avaló su pedido de la corte bonaerense.

El editorial es un compendio de fake news, a las que nos tienen acostumbrados los voceros antiderechos. Tampoco hay un “hijo desde el momento de la concepción”, si fuera así quienes congelan embriones en procesos de reproducción humana asistida, tendrían proles en hibernación: ¿Cuántas de las personas que se alinean con el pañuelo celeste han recurrido a esos métodos? El hijo se puede desear desde la concepción pero sin deseo, no hay hijo. El editorial muestra como los fundamentalistas conservadores –sin dudas lo es quien lo escribió, aunque no se atreva a firmar– repiten el slogan “Salvemos las dos vidas” y son capaces de justificar la violación y la tortura de niñas con tal de defender su postura contraria a la ley vigente, que desde 1921 establece que es legal el aborto en casos de violación.

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