El Forjista

Editorial


El negocio del miedo

Abril de 2007

Zbigniew Brzezinski fue Consejero de Seguridad Nacional del presidente norteamericano James Carter, también fue director de la Comisión Trilateral, es decir que no puede ser ni remotamente, sospechado de revolucionario, agitador o peligroso para el orden establecido.

Brzezinski es autor de un artículo, aparecido en el diario Clarín el 8 de abril de 2007, donde muestra con gran claridad lo que él llama “la cultura del miedo”, implementada por el gobierno de Bush luego de los atentados en la Torres Gemelas.

Comienza la nota señalando:”La ‘guerra contra el terrorismo’ ha creado una cultura nacional del miedo en Estados Unidos...ha tenido un impacto nefasto en la democracia estadounidense, en la psiquis de los norteamericanos y en la posición de EE.UU en el mundo”.

Las consecuencias de esa cultura del miedo son particularmente dañinas para la democracia, continúa Brzezinski: “El miedo nubla la razón, intensifica las emociones y facilita a los políticos demagogos la movilización de la gente en apoyo de las políticas que quieren poner en marcha”.

Señala el autor de la nota que la guerra contra Irak difícilmente hubiera sido apoyada en el Congreso de no haber mediado el miedo a la posibilidad que Irak contara con armas de destrucción masiva. Por cierto que las armas no fueron más que una patraña inventada por la administración Bush.

También la reelección de Bush fue posible porque basó en el temor a cambiar de comandante en medio de una guerra.

Pero uno de los hallazgos del artículo es señalar aquellos sectores que además de los políticos en el poder, se benefician con esta cultura del temor, señala Brzezinski como también beneficiados a las empresas de seguridad, los medios de comunicación y la industria del espectáculo, además están los que denominados “empresarios del terror”, identificando a aquellos especialistas en temas de terrorismo y que terminan convenciendo al público que se enfrenta a nuevas amenazas.

Estados Unidos se ha vuelto un país paranoico, fomentado por el gobierno, que lleva a desconfiar del vecino y de todo aquél con apariencia diferente.

Sobre los Medios de Comunicación señala:” ...han hecho su propia contribución al comprobar que los escenarios de horror atraen mayores audiencia llamando a los expertos en terrorismo certifican la autenticidad de las visiones apocalípticas con que se alimenta el público estadounidense”

En el mundo del espectáculo hay series de TV y películas en las que los malvados son árabes fomentando la fobia del público hacia todo lo islámico, estas campañas recuerdan a las campañas antisemitas de los nazis.

“La animadversión hacia EEUU se ha intensificado, mientras que la reputación de nuestro país sufrió un formidable deterioro”.

Pero donde se encuentra el mayor daño es en el ámbito de los derechos civiles, la cultura del miedo ha generado intolerancia y sospecha hacia los extranjeros.

Ha desaparecido el precepto de que toda persona es inocente hasta que se pruebe lo contrario, además no hay pruebas que estos ataques a las libertades hayan evitado actos terroristas.

“La similitud entre el trato brutal que los militares han dado a los civiles iraquíes y el que los israelíes han dado a los palestinos ha despertado en los musulmanes un generalizado sentimiento de hostilidad hacia EEUU”.

Cabría acotar que el repudio hacia el gobierno de Bush por el sistemático pisoteo de los derechos humanos en las cárceles iraquíes y el Guantánamo han merecido el repudio no sólo de los musulmanes sino que de toda la comunidad internacional, excluyendo la de aquellos gobiernos sumisos con los Estados Unidos.

El miedo en la Argentina de hoy

En la Argentina también existe gente que saca partido infundiendo temor, el destinatario de esa campaña es una porción de la clase media, principalmente la pequeña burguesía de Buenos Aires, por supuesto que en esto no englobamos a esa clase en su totalidad, lo hacemos con aquellos sectores proclives a tener un pensamiento y un accionar claramente autoritario.

Qué provoca ese temor? A nuestro entender son varias las cuestiones que llenan de temor al sector que nos estamos refiriendo, pero para comenzar queremos señalar que le teme a algunas buenas medidas del gobierno nacional.

Dentro de la tibieza kirchnerista, hay dos rubros en que merecen nuestro apoyo, ellas son la política referida a los Derechos Humanos y las Relaciones Exteriores que mira principalmente a los gobiernos latinoamericanos.

Pues esas dos políticas provocan pánico de amplios sectores de la pequeña burguesía, de esa clase han partido los reclamos para que en nombre de la “pacificación” se olviden las viejas heridas, el miedo a que los militares puedan retornar provocan actitudes de estas características, pero no hay que olvidar la complicidad de muchos de ellos con la dictadura militar.

El otro aspecto del pánico se refiere a la Relaciones Exteriores y las buenas relaciones con los gobiernos que están cambiando la imagen de América Latina como son principalmente Evo Morales y Hugo Chavez, y en menor medida Lula y Kirchner, a los que hay que agregar los nuevos gobiernos de Ecuador y Nicaragua.

La clase media muy afín a ver la superficie más que el fondo se siente espantada con los modales de Chavez y Evo, aunque tampoco habría que descartar un gran componente racista en el desprecio que se muestra hacia esos mandatarios. El diario de Hadad, Infobae, no deja pasar un día sin calumniar a estos mandatarios, a pesar del pacto entre el empresario y el kichenrismo.

La contradicción permanente en que vive la clase media autoritaria no le impide ver el espanto que significa la política norteamericana para la Humanidad, no obstante lo cuál ve con inquietud cualquier política que irrite al poderoso país del Norte, y se pone histérica cuando los norteamericanos cuestionan las políticas tímidamente independientes de nuestro país.

La gran pregunta, como en todo crimen es ¿Quién se beneficia infundiendo el miedo?.
Creemos que principalmente algunos medios de comunicación, Radio 10 es la vocera del terrorismo verbal que tanto atemoriza a los pequeños burgueses, y es hasta lógico que así ocurra, para Hadad es un gran negocio la clase media asustada consumiendo los multimedios propiedad del ex -admirador de los militares y Menem.

Difícilmente volverán a tener el rating que alcanzaron Laje, Feinmann y Hadad cuando profetizaban un dólar a ochos pesos, o cuando alertaban el saqueo de los countries por parte de los piqueteros.

Quién aguantaría un programa de Grondona si al país le fuera relativamente bien? Ya eran bastante pocos cuando el país se encontraba en llamas.

Otros sector que está sacando un gran rédito del temor pequeñoburgues son políticos como Macri, Lopez Murphy, Blumberg y no podemos dejar de mencionar a esa profeta del apocalipsis, la señora Elisa Carrió, y aunque más devaluados también Patti y Sobisch que recorrieron un largo camino montados sobre el temor de la clase media.

No habría que olvidar a la empresas de seguridad las que son administradas por muchos ex agentes de las fuerzas militares y de seguridad, incluyendo algunos que cumplieron su actividad durante la dictadura, que en algún momento se los conoció como “obra de mano desocupada”. Estas empresas han crecido últimamente y han sido grandes ganadoras por la llamada “ola de inseguridad”.

Resentimiento y envidia

Existen dos fuerzas centrales que movilizan a esta clase media ellas son el resentimiento y la envidia. Pero para hacer más grande ese error enfoca ese resentimiento hacia grupos o personas que nada tuvieron que ver con su caída económica, en vez de dirigirla contra Cavallo o Machinea, la emprenden contra los sectores que se encuentran aún en peores condiciones que ella.

Estas características no la hacen compartir totalmente las posiciones de sus comunicadores de cabecera, por ejemplo no tienen esa obsecuencia hacia las multinacionales y los empresarios en general, que muestran el periodista Longobardi y el empresario Hadad, no olvidar que este último asumió la conducta servil, de comerse una hamburguesa de Mac Donnald ante las cámaras de televisión, cuando la compañía estaba siendo acusada de que varios chico resultaron afectados con el síndrome urémico hemolítico luego de comer las famosas hamburguesas, pero como sabemos para Hadad lo que importan son los anunciantes.

Pero en lo que sí coinciden con estos periodistas es en el desprecio hacia los pobres en general, la que adopta la forma, en la actualidad, del odio hacia los piqueteros o cartoneros, que tanto afectan a los delicados ojos de estas clases medias.

Cabe recordar que cuando parte de esta pequeña burguesía tenía los ahorros atrapados en el corralito, salía a los balcones a aplaudir el pasaje de las enormes columnas de piqueteros, pero pasado el sofocón retornó el odio de clase, y pesa mucho más la demora que puede ocasionar el piquete. Este odio se manifiesta en la queja de mucha gente que nunca ha sido afectada por los cortes de calles que sin embargo no pierde oportunidad para denostar con los desocupados que luchan por sus derechos.

Precisamente lo que parece molestar a cierta gente es la lucha, la crítica al piquetero se puede extender a aquellos que luchan, un huelguista se convierte en un “vago” y cualquier luchador será sospechoso para esta gente. Es posible que en el fondo, lo que la clase media aborrece, es no tener el valor de aquellos que sí están dispuestos a defender sus derechos. Hay una canción de León Gieco que define con exactitud este odio hacia los pobres con un título significativo: “El imbécil”.

Otra cuestión muy emparentada a la anterior es el cuestionamiento a los inmigrantes de países limítrofes, esta forma de racismo también fue alentada por cierto periodismo, los mismos de siempre, aquí también podemos insertar un parrafo de una canción de León:

Vos que le echás la culpa
a bolivianos y peruanos,
a los que cortan rutas
o están sus tierras reclamando,
no seas tan tarado, el que te jode está a tu lado

Precisamente la esta clase social tan olvidadiza, parece haber perdonado a Cavallo y a Machinea y de todos los que le metieron la mano en el bolsillo, pero no duda en señalar a los piquetes como uno de los problemas argentinos.

Por cierto no podemos olvidar la cuestión de la inseguridad, que si le pregunta a cualquiera de estas personas de las que nos estamos ocupando, dirá que es el mayor problema de país.

Sinceramente no sabemos si la condición actual de la inseguridad es mejor o peor que hace 20, 30 o 40 años, y posiblemente muy poca gente lo sepa a ciencia cierta, las estadísticas oficiales no son creíbles, y parece no existir una verdadera preocupación por parte del gobierno nacional sobre el tema.

Pero creemos que existe una violencia de la cual no se habla, es la que sufren diariamente millones de trabajadores al viajar en subtes y ferrocarriles privatizados, o en transporte de colectivos, también privado, y donde son robados, maltratados y con peligro para su vida por el elevado nivel de accidentes, todo esto pagado con el subsidio estatal, con la más descarada complicidad de la Secretaría de Transporte. Cabe destacar que ninguno de los supuestamente preocupados por la inseguridad ha levantado su voz para solicitar la revocación de los contratos de concesión.

Tampoco parece merecer mucha preocupación la violencia que todos los fines de semanas se ejerce contra los jóvenes que concurren a los boliches bailables, lo cuál ha costado la vida a varios de ellos.

Basta ver a Blumberg para verificar que para estos adalides de la lucha contra la inseguridad no todas las vidas tienen el mismo valor, cabe aclarar que el ingeniero tenía todo el derecho del mundo para pedir el esclarecimiento por el brutal asesinato de su hijo, y también tenía el derecho de reclamar todas las medidas que considerara necesario para evitar que nuevas muertes se produjeran, pero no tenía derecho a manchar la memoria de Sebastián Bordón asesinado por la policía mendocina en 1997 y en los recientes acontecimientos de Neuquen donde un policía asesinó al profesor Carlos Fuentealba con la complicidad del socio político de Blumberg, el gobernado Sobisch, mostró más preocupación por el corte de ruta que por la muerte de una persona.

En el gobierno también

Este gobierno kirchnerista tiene a muchos pequeños burgueses asustados en su seno, el primero de ellos es el propio presidente.

Emblemático es el pacto realizado por el gobierno con Hadad, para evitar las críticas de su multimedio, al parecer el miedo hace olvidar los principios.

Sólo una persona cercana al pánico puede dejar de concurrir a un homenaje a los combatientes de Malvinas para evitar cruzarse con docentes de paro.

La misma reacción del presidente a la huelga efectuada por los docentes en Santa Cruz mostró que muchas actitudes del presidente, continúan siendo la de gran señor feudal acostumbrado a manejar una provincia a su placer y voluntad. Tiene que aprender el presidente que gobernar un país democrático no es lo mismo.

Cabe recordar que los estatales de Santa Cruz están reclamando la vigencia de las paritarias prohibidas m en esa provincia por una Ley del año 1993.

Existe pavor en el gobierno por la polémica, la discusión, el intercambio de ideas, todas actividades esenciales en cualquier democracia, lo cual debería ser tomado muy en cuenta por aquellos que quieren pasar por progresista.

Evitar las conferencias de prensas, la ausencia de reuniones de gabinete, no querer enfrentar a trabajadores en lucha, muestra a las claras que la democracia los asusta, precisamente cuando lo que necesita nuestro país es la profundización de la democracia.

Eso sí, existen sectores en el gobierno que tienen toda la razón del mundo de estar con miedo, nos referimos al Ministro De Vido y a varios de sus colaboradores, vinculados al caso Skanka y aquellos funcionarios de la Secretaría de Transporte que han recibido decenas de denuncias en su contra por actuar en connivencia con las empresas concesionarias y disponer sin control alguno, de los fondos de los contribuyentes para pagar los cuantiosos subsidios a las empresas privadas que prestan un desastroso servicio.

Todos sabemos que los jueces argentinos tienen muy poca voluntad por hacer comparecer a funcionarios en el poder, pero que ni bien se alejan de sus sillones, siempre aparece alguno que recobra la memoria y recuerda que su trabajo consiste en hacer justicia.

Recordando a Erich Fromm

Según nuestro criterio, Erich Fromm fue uno de los grandes pensadores del siglo XX, fue precisamente él, quien estudió el comportamiento de las clases medias durante el nazismo y llegó a la conclusión que existía en una porción importante de ellas, el miedo a la libertad.

Decía Fromm que podía compararse la situación de un individuo con el de una sociedad o clase social particular, cuando nacemos estamos estrechamente vinculados a nuestros padres, tal es así que nos sería imposible sobrevivir sin ellos, pero a medida que crecemos nos vamos separando de ellos y adquirimos una mayor independencia, si llegamos a la adultez y continuamos dependiendo de nuestros padres o de alguna figura que los reemplace, es que algo anda mal.

Para las sociedades o las clases sociales pasa algo similar, es una muestra de inmadurez tener una figura que nos diga lo que debemos hacer ya sea un líder político, una secta religiosa o política, un medio de comunicación, etc.

Ser libres implica asumir riesgo y tomar nuestras propias decisiones, no permitir que nadie lo haga por nosotros.

Mucho de esto hay en el miedo de las clases medias, es el medio a la libertad, es imprescindible no permitir que nadie nos diga cuando debemos tener miedo y a qué, no permitir que los medios de comunicación que hacen fabulosos negocios con nuestros miedos lo continúen haciendo.

Además cuando la realidad se hace insoportable, y para muchos sectores de clase media parece ser así, es cuando se recurre a la evasión, y aquí aparecen otros dos fabulosos negocios, el de la droga, cuyo consumo ha crecido a niveles alarmante, y el de la televisión con productos canallescos como Gran Hermano, Bailando por un Sueño, o los programas del menemista Sofovich, donde la competencia , el egoísmo, o la falta de valores es lo que se necesita para ganar a cualquier precio.

Los argentinos tenemos una tarea por delante más atractiva que cualquier programa de televisión, construir un país solidario y soberano, donde la predomine la libertad por sobre los intereses egoístas y el lucro.

 

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