El Forjista

El golpe de Estado de 1955

La formación de la Junta y el renunciamiento

Cuando las tropas rebeldes estaban rodeadas y el líder de las mismas estaba dispuesto a afrontar lo más honrosamente posible esa derrota ocurrió un hecho político de gran importancia, una nota de Perón por la cuál renunciaba y la ponía en manos del Ejército. El 19 el mayor Guevara en nombre de Lonardi entregaba una carta de éste al gral. Lagos donde le informaba: “Como Ud. Ha visto sólo poseo el terreno que piso. Mañana reanudaré el ataque contra Córdoba y tengo muy pocas posibilidades de éxito, pero estoy dispuesto a luchar hasta morir”. En la misma nota le dice a Lagos que como él dominaba tres provincias y en caso que Lonardi fuera derrotado en Córdoba, debía hacerse fuerte formando un gobierno revolucionario y continuar con la lucha. (54)

En el espíritu de Perón habían quedado las dolorosas huellas de la jornada del 16 de junio, además la sublevación era de consideración y la estaba llevando a cabo gente dispuesta a todo, que no medía el costo en vidas humanas, los rebeldes no tenían el menor escrúpulo en bombardear ciudades y matar civiles sin conexión alguna con el gobierno. Ante esa situación Perón decidió confiar en el arma que hasta ese momento le había sido leal y de la cual él mismo había surgido. El mensaje del presidente expresaba de manera muy sentida lo que pasaba por su cabeza y su corazón:“Hemos servido y obedecido sólo los intereses del Pueblo y su voluntad” y agregaba con respecto a la búsqueda de solución al conflicto “No creo que exista en el país un hombre con suficiente predicamento para lograrlo, lo que impulsa a pensar en que lo realice una institución que ha sido, es y será una garantía de honradez y patriotismo: el Ejército”.

Continuaba Perón: “Estoy persuadido que el Pueblo y el Ejército aplastarán el levantamiento pero el premio será demasiado cruento y perjudicial para los intereses permanentes” Perón no consideraba que la difusión de las ideas golpistas también había llegado a las filas del ejército que era uno de los objetivos principales de la propaganda panfletaria de los políticos antiperonistas y los intelectuales asociados a ellos.

“Si mi espíritu de luchador me impulsa a la pelea, mi patriotismo y mi amor al pueblo me inducen a todo renunciamiento personal… Ante la amenaza de bombardeo…, creo que nadie, puede dejar de deponer otros intereses o posiciones”.(55)

Lo que presentó Perón en su carta ante el Comandante del Comando de Represión el gral. Franklin Lucero no era exactamente una renuncia, Perón la presentaba como elemento de negociación para que los generales la usaran ante los militares sublevados. Luego de conocerse la nota de Perón, Lucero la hace conocer y dispone la conformación de una junta de generales con la participación de un marino y un brigadier que serían los encargados de buscar una salida negociada.

La Junta se reúne a los efectos de tratar la nota de Perón e interpreta que se trata lisa y llanamente de su renuncia al cargo, lo cual contrariaba el sentido que Perón le había dado a la misma, por lo que le informa a la Junta que la misma no tenía el sentido que ella le había dado. Lucero renunció ni bien quedó conformada la Junta.

Los sublevados tenían el ánimo por el suelo pero su espíritu levantó considerablemente al enterarse de la carta de renuncia, los que habían aceptado la renuncia eran los 17 generales que además decidieron establecer negociaciones con los sublevados. Una vez conocida la opinión de Perón y su resistencia a pasar a retiro incondicionalmente, los generales se vuelven a reunir pero estaba vez irrumpen un grupo de oficiales jóvenes armados al mando del gral. Imaz e impone la condición de aceptar sin más trámite la renuncia de Perón, la Junta acepta dócilmente esta imposición.

La reunión culmina el 20 de septiembre a la madrugada y se le informa a Perón la resolución por la cual dejaba de ser presidente, a la 7 de la mañana del día 20 Perón ingresaba a la embajada de Paraguay, partiendo algunos días después hacia Asunción para comenzar un injusto exilio que durará 18 años.

Luego de desplazar a Perón cumpliendo el deseo de los golpistas, la Junta convocó a una negociación que no fue tal, pues se trató de la rendición incondicional de los militares que contaban con ventaja táctica.

A las seis de la mañana del 20 de septiembre a bordo de la nave insignia el crucero “17 de Octubre”, comenzaban las tratativas entre la Junta de Generales y los jefes rebeldes, estos últimos representados por el almirante Rojas y el gral. Uranga, ya a esa altura con Perón fuera de escena los sublevados se sentían fuertes. El 21 concluyeron las reuniones y el proceso golpista iniciado el 16, con la rendición de los generales ante los sublevados (56), la confianza que Perón había depositado en los generales quedaba traicionada de la peor manera.

Los altos mandos del Ejército habían preferido retirarse a la tranquilidad de sus hogares antes que discutir con quienes se habían levantado en armas, pero Lonardi que pasó de disponerse a morir en el intento a considerarse el triunfador de aquellas jornadas no estaba dispuesto a negociar nada, en declaraciones efectuadas el 21 dirá: “…en ningún momento el gobierno provisional reconoció a esa junta ni tuvo el propósito de celebrar tratos con ella, por entender que sólo era un grupo de oficiales superiores sin derechos a arrogarse atribuciones de gobierno ni aceptar la renuncia del expresidente.

Producido el colapso total del gobierno del gral. Perón, más por efecto de la enorme masa de opinión adversa, que por la acción militar, el único autorizado a decidir sobre su renuncia era el jefe de la revolución victoriosa que exigió aquello como condición para la tregua pedida por el gobierno”.(57)

Lonardi como ganador desconocía el favor que los hombres de la milicia le habían hecho al ponerle el gobierno prácticamente en las manos cuando estaba esperando la derrota. Pero algo es cierto, desde que Lucero dio a conocer la carta de Perón, Lonardi sabía que comenzaba a saborear el triunfo por eso envió a Lucero una misiva que decía: “En nombre de los Jefes de la Fuerzas Armadas de la revolución triunfante, comunico al señor ministro que es condición previa para aceptar la tregua la inmediata renuncia a su cargo por el señor presidente de la Nación”. (58)

El 20 de septiembre a las 11 horas la junta informaba a Lonardi que había aceptado la renuncia de Perón y los generales les comunicaban que se disponía a negociar pero para Lonardi a esa altura sólo era posible que los generales aceptaran sus condiciones. En el acta labrada a bordo del crucero“17 de octubre” firmada por Rojas y Uranga por un lado y los generales Emilio Forcher, Angel Manni, José Sampayo y Oscar Sacheri se establecían las condiciones impuestas que consistían en la renuncia del presidente, vice y el gabinete.

De acuerdo a estas condiciones el general Lonardi debería asumir el gobierno el 22 de septiembre a las 12 horas y las tropas que habían permanecido leales procedían a retirarse, estas condiciones debían responderse antes del 21 a las 12 horas. Pero antes, la junta había solicitado sin obligación de cumplimiento por parte de los vencedores que no haya ni vencedores ni vencidos, que se respete la Constitución y que el gobierno militar debía ser de transición, además de la renovación total de autoridades por la Ley Saenz Peña, gobierno integrado por una junta militar integrada por las tres fuerzas armadas, mantenimiento de las conquistas sociales, las denuncias contra los funcionarios peronistas debían realizarse en la justicia. (59)

Por cierto que ninguna de estas solicitudes fueran tenidas en cuenta por los vencedores.

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(54) Marta Lonardi Pags 126 y 127
(55) Diario El Mundo 20/09/1955
(56) Potash pags286 a 290
(57) R. Lamas pag 27
(58) Marta Lonardi pag. 122
(59) Idem pags 134 a 146

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