El Forjista

Golpe de Estado en Bolivia

 

Cristina Fernández de Kirchner cuenta en su libro Sinceramente que el primer presidente democrático de la Argentina en su segundo mandato no sólo fue derrocado, detenido en la Isla Martin García, sino que además su casa fue saqueada porque los diarios de la época de mayor tirada, contrarios a los intereses de las mayorías, igual que ahora, decían que Yrigoyen guardaba dinero en el colchón.

En el golpe de Estado realizado en Bolivia la casa del presidente legítimo de esa república, Evo Morales, fue saqueada al igual que la de su hermana, entre un episodio y otro transcurrieron 90 años y las oligarquías nativas sigue actuando de igual forma contra los líderes populares.

El vergonzoso comportamiento del gobierno argentino que niega que el derrocamiento de Evo fuera un golpe de Estado y que en el momento en que se estaba produciendo la persecución de los funcionarios y militantes del MAS, cerró la embajada y los consulados para evitar que pudieran guarecerse los que eran perseguidos por los golpistas, debió mediar un llamado de Alberto Fernández al presidente Macri para que cambiara la actitud cómplice con el golpismo del gobierno argentino.

También canallesca fue la posición de los diarios argentinos La Nación y Clarín que actuaron en tándem con el gobierno macrista, negando la existencia de un golpe de estado y calumniando al presidente Evo Morales, lo que no se puede decir que es que su comportamiento cause sorpresa porque esos dos diarios siempre apoyaron los golpes oligárquicos que debió padecer el pueblo argentino, mientras ellos hacían sus negocios con los tiranos.

Nuevamente América Latina se ve sacudida por la intromisión imperialista del gobierno de los Estados Unidos que tiene un presidente que festejó el golpe, un presidente sospechosamente racista como lo son quienes dieron el golpe en el país hermano.

Si algo no puede decirse del gobierno de Evo Morales es que no haya sabido manejar la economía porque los números de su gestión lo muestran como el mejor presidente que ha tenido ese país que ha padecido a los largo de sus historia continuos ataques al proceso democrático.

Veamos algunas cifras por demás elocuentes del gobierno de Evo Molares que bajó el analfabetismo del 13 al 2,4%; la pobreza del 60% al 35 % y la desocupación 9,2 al 4,1%.

Es esto lo que no le perdonan los sectores de la oligarquía boliviana que debe hacer frente a un pueblo con derechos que ahora no está dispuesto a dejarse someter, una oligarquía que quiere tener a su disposición mano de obra dócil, casi esclava, a la que Evo Morales le dio dignidad y que no agacha la cabeza ante las injusticias.

Sacar a la gente de la pobreza ha sido el pecado de Evo, que como Correa, Lula y Cristina forman parte de esa lista negra que el imperialismo norteamericano y sus socios nativos han tratado de encarcelar y perseguir o directamente derrocarlos como pasó con Evo.

Por su parte el gobierno de los Estados Unidos busca apropiarse de los recursos bolivianos que en manos del gobierno derrocado estaban al servicio del pueblo por la férrea defensa realizada por Evo Morales, en esa ambición imperial debe buscarse otra de las razones para el golpe antidemocrático.

Un párrafo aparte merece esa institución vestusta que es la Organización de Estados Americanos OEA que de la mano del servil Luis Almagro se convirtió en un instrumento de la política exterior de Trump, que guardó silencio ante el golpe de Estado en Bolivia mientras mantiene una politica de agresión constante contra Venezuela y Cuba.

La derecha en nuestro continente nunca será democrática, tal vez en alguna oportunidad se disfrace y se ponga piel de oveja para disimular sus intenciones, pero los sectores progresistas deben entender que de nada sirven las concesiones ni las negociaciones, porque como los tiburones cuando huelen sangre y ven a su adversario dudando atacan y liquidan la democracia.

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