El Forjista

Biografía de Juan Domingo Perón

Capítulo 56 - La dictadura de Onganía

Aún antes del derrocamiento de Illia se había producido un acercamiento del sector vandorista del sindicalismo con los militares que terminaron expulsando al presidente radical.

Sin duda ningún peronista lamentó la caída de Illia, el peronismo había sido objeto de varias agresiones por parte del gobierno que tenía a muchos funcionarios furiosamente antiperonistas y que no había permitido el retorno del líder a su patria.

Pero una cosa era mantenerse al margen de los sucesos producidos por los militares y otra muy diferente era la participación del acto de asunción del nuevo dictador que asumía con ínfulas de amo y señor que llegaba para gobernar por décadas.

Onganía era un católico conservador, rabioso anticomunista y extremadamente autoritario, su política no sólo significó implementar el plan de la oligarquía y sobre todo el del imperialismo, también implicó combatir toda forma de moda que significaba una alteración de sus convicciones propias de un dinosaurio.

El gobierno salió a combatir el pelo largo en los hombres, un joven podía ser rapado en una comisaría según el criterio del comisario, las mujeres debían evitar el uso de las minifaldas y las películas padecían los más salvajes recortes para que los puros ojos argentinos no se contaminaran con desnudos que pudieran enardecer débiles mentes. 

En la asunción del general Onganía estaban presentes los sindicalistas Vandor y Alonso, ya olvidados del enfrentamiento que habían tenido apenas dos meses antes, pero también participaron del acto sindicalistas antiperonistas como Armando March quien compartieron la velada junto a los dirigentes de la Sociedad Rural.

La Sociedad Rural se constituyó en uno de los principales sostenes de la dictadura, la exposición de esos años fue una muestra descarada de su predilección de los gobiernos antidemocráticos: “La Sociedad Rural le rindió un homenaje consagratorio cuando el dictador hizo su ingreso a la arena donde se remataban y condecoran anualmente los toros, orgullosamente incrustado en la carroza chirriante que usara para sus paseos por Buenos Aires en 1910 la monumental Infanta de Borbón”.(1)

El primer ministro de Economía designado por Onganía era Jorge Salimei, del grupo Sasetru que dio la impresión que el gobierno amagaba a seguir una línea desarrollista, la primera decisión del gobierno de no permitir la actividad de los partidos políticos no afectaba al peronismo que ya estaba proscripto, en todo caso los igualaba a todos, Perón dio la instrucción de “desensillar hasta que aclare” para vislumbrar el rumbo que seguiría el gobierno.

El gobierno militar no tarda en mostrar sus verdaderas intenciones el 24 de julio envía a un hombre del capital extranjero Alvaro Alsogaray como embajador en los Estados Unidos, Perón no tarda en detectar el significado de esta nefasta designación: “He visto que, como todo lo hacía prever, Álvaro Alsogaray ya ha comenzado a cometer los mismos desatinos que lo hicieron el hazmerreir en otros tiempos y que coloca a la dictadura en la misma triste situación que estuvo el gobierno de Frondizi. Es que hay hombres que son fatídicos para todo y este es uno de ellos…En pocas palabras, cada día se perfila más esta dictadura como cipaya y reaccionaria, mechada de nacionalismo desfigurado, clericalismo y, sobre todo ignorancia…”(2)

Una época de oscuridad de despliega sobre el país, la Universidad resulta ser uno de los lugares más afectados, se produce la que pasó a la historia como “La noche de los bastones largos”, la policía ingresó a la Universidad golpeando a alumnos y profesores, deteniendo a cientos de ellos, la consecuencia fue que se produjo una descomunal fuga de cerebros que significó un quiebre en el sistema educativo. Se procedió a nombrar profesores católicamente ultra reaccionarios.

Pocas semanas después de aquel atropello una manifestación estudiantil es reprimida provocando la muerte del estudiante Santiago Pampillón.

Pero nada de esto inmuta la vandorismo que sigue de excelentes relaciones con la cúpula militar, Vandor concurre a la Casa Rosada a firmar el convenio metalúrgico. Perón le escribe una carta al dirigente peronista Rodolfo Arce donde le dice: “He visto que Vandor con corbata ha sido noticia, pero no creo que le quede para mucho más, porque ello no hace sino aumentar su desprestigio”. (3)

Hacia fin de año de 1966 se produce el cambio en el Ministerio de Economía asumiendo un representante de las multinacionales Adalbert Krieger Vasena que anuncia un plan que consiste en devaluación del peso, el congelamiento de los salarios por dos años, que producirá a corto plano una extranjerización de la economía. Durante su gestión muchas empresas nacionales fueron compradas por multinacionales.

Ante este panorama nefasto para los trabajadores, la CGT lanza un plan de lucha que obtiene como respuesta de la dictadura la intervención de la UOM y otros gremios y el congelamiento de los fondos de los sindicatos, estas medidas provocan que la medida pierda fuerza y resulte una derrota para los trabajadores y un triunfo de la dictadura.

Perón le asigna a su delegado el ex mayor Alberte, la misión de buscar la unificación de todo el movimiento obrero, una vez más sale a relucir la amplitud con que siempre se manejó este líder, dejando de lado pasadas traiciones le tiende la mano al vandorismo para que se integre, precisamente en una carta a Alberte le señala, como lo había realizado varias veces con Cooke anteriormente: “… algunas veces, como en este caso, uno de los bandos tienen toda la razón, pero es preciso considerar que el conductor político no ha sido colocado en el comando para hacer justicia, sino para conducirlos a todos”.(4)

La nueva conducción sindical cuenta con la participación de Vandor, Alonso y Amado Olmos, enfrentados pero que a solicitud de Perón y también obligados por la política antiobrera de la dictadura deciden dejar sus discrepancias de lado. Sólo un sector identificado como participacionista por sus estrechas relaciones con los militares queda al margen, integraban este sector Juan José Taccone de Luz y Fuerza y Rogelio Coria de la UOCRA.

En esa misma carta que le envió a Alberte y que mencionamos más arriba Perón efectúa una contundente radiografía sobre los dirigentes sindicales burocratizados: “Usted imagine que se trata de gente que viene de un taller y de golpe y porrazo se encuentra con un gran escritorio, auto en la puerta, buen sueldo y hasta secretaria buena moza. En cuanto llega eso, ya no quiere lola y trata por todos los medios de defender su puesto… y forma trenzas con otros, a fin de aumentar su predicamento, formando así bandadas, como lo gorriones, por eso su vuelo es bajo también, como el de los gorriones y hasta suelen ‘comer porquerías’ para subsistir…La 62 organizaciones de Vandor, las de Alonso, los independientes, los no alineados, no son sino producto de esas trenzas tan funestas como hemos podido comprobar con motivo del plan de lucha de la CGT, en el que merced a la falta de grandeza y sinceridad de todos ellos, ha salido gananciosa la dictadura hasta el límite de poner en peligro la existencia misma del movimiento obrero…”

Y defenestra al dirigente de los albañiles Coria de quién dice: “El caso Rogelio Coria, en la construcción, es aleccionador: este bandido e inmoral ha sido la punta de lanza para que la quinta columna gubernamental metiera su pica de Flandes con la violación consentida de la ley de despido que no es otra cosa que el principio de su anulación lisa y llana. Es que Coria se ha percatado de su próxima destrucción para evitar lo cual se ha entregado al gobierno que es el único que puede apoyarlo”(5)

Las 62 organizaciones deciden la expulsión Coria por sus vinculaciones con el gobierno, éste por su parte mantenía detenido al dirigente portuario Eustaquio Tolosa y suspende la personería gremial del sindicato del azúcar de Tucumán, FOTIA, de FOETRA y la Asociación Obrera Textil, cualquier intento de resistir la política económica liberal por parte de los trabajadores la dictadura respondía con un amplio abanico de disposiciones represivas y persecutorias.

El 9 de octubre de 1967 es asesinado el Che Guevara en Bolivia, Perón redacta una carta que dirigirá al Movimiento Peronista constituyendo uno de sus escritos más brillantes, llenos de sentimientos para enaltecer la figura de ese gran revolucionario, dirá el general exiliado: “Quienes hemos abrazado este ideal, nos sentimos hermanados con todos aquellos que en cualquier lugar del mundo y bajo cualquier bandera luchan contra la injusticia, la miseria y la explotación. Nos sentimos hermanados con todos los que con valentía y decisión enfrentan la voracidad insaciable del imperialismo que, con la complicidad de las oligarquías apátridas apuntaladas por militares títeres del Pentágono, mantienen a los pueblos oprimidos. Hoy ha caído en esa lucha como un héroe, la figura joven más extraordinaria que ha dado la Revolución en Latinoamérica: ha muerto el comandante Ernesto Guevara. Su muerte me desgarra el alma porque era uno de los nuestros, quizá el mejor. Un ejemplo de conducta, desprendimiento, espíritu de sacrificio, renunciamiento. La profunda convicción en la justicia de la causa que abrazó le dio la fuerza, el valor, el coraje que hoy lo eleva a la categoría de héroe y mártir”.

Negaba que el Che hubiera sido un enemigo del peronismo y concluía señalando: “La Hora de los Pueblos ha llegado y las revoluciones nacionales en Latinoamérica son un hecho irreversible. El actual equilibrio será roto porque es infantil pensar que se pueden superar sin revolución las resistencias de las oligarquías y de los monopolios inversionistas del imperialismo. Las revoluciones socialistas se tienen que realizar; que cada uno haga la suya, no importa el sello que ella tenga…La lucha será dura, pero el triunfo definitivo será de los pueblos”. (6)


El 26 de marzo de 1968 renuncia como delegado de Perón Bernardo Alberte, quién venía manteniendo discrepancias con Jerónimo Remorino que era el representante personal de Perón y con el ex mayor Pablo Vicente a cargo del comando que actuaba desde Montevideo, Alberte podía ser visualizado por un obstáculo para permitir el regreso de sectores que habían estado con Vandor porque se había rodeado de dirigentes sindicales combativos y una gran cantidad de jóvenes que respondían a grupos que comenzaban a aparecer a lo largo de todo el país.

Más allá de la intención de Perón de mantener unido al sindicalismo, entre el 28 y el 30 de marzo de 1968 se realizó el Congreso de la CGT del cual se retira el sector vandorista y al que no concurrió el denominado participacionismo de Coria, se elige como Secretario General al dirigente gráfico Raimundo Ongaro y como adjunto a Julio Guillan de los telefónicos, surgiendo la llamada CGT de los Argentinos, el vandorismo se queda con la sede de la calle Azopardo.

Perón mantiene relaciones con ambos grupos, incluso acepta reunirse con Vnador con quien acuerda encontrarse en Francia de manera secreta para que la misma no trascendiera, en esa reunión Perón decide olvidar las acciones desleales del gremialista.

En septiembre de 1968 en un pueblo de Tucumán llamado Taco Ralo hace su aparición un grupo guerrillero denominado Fuerzas Armadas Peronistas FAP, estaba integrado por jóvenes peronistas liderados por Envar El Kadri, el grupo estaba formado por trece hombres y una mujer Amanda Peralta, el 19 de septiembre son sorprendidos por la policía y todos son detenidos.

El 1° de mayo de 1968 se lanza en la Argentina el Grupo de Sacerdotes del Tercer Mundo que paradójicamente muchos de sus integrantes se definen como peronistas, en 1955 la Iglesia Católica en casi su totalidad se había embarcado en un accionar que derivó en el derrocamiento del dirigente al que muchos sacerdotes ahora miraban con una inmensa simpatía.

Ese mismo día fallece en el Hospital de Clínicas producto de un cáncer John William Cooke, el dirigente de la resistencia peronista al cual eligió Perón para conducir el Movimiento y la Resistencia en el momento más difícil del peronismo, después del golpe de estado, ni las cárceles pudieron impedir su militancia por la causa del Pueblo argentino, sus simpatías con la Revolución Cubana lo llevaron a pasar largas temporadas en el país del Caribe pero nunca se olvidó de su país y del movimiento al que dedicó su más decidido esfuerzo jugándose la vida en cada acción.

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(1) Jorge Abelardo Ramos. La Era del Bonapartismo. Editorial Plus Ultra. 1973 pag. 281

(2) Norberto Galasso, Perón. Exilio , resistencia, retorno y muerte. Tomo II Colihue 2011 Pag. 995

(3) Idem Pag. 995 y 996

(4) Idem Pag. 1002

(5) Idem. Pag. 1002 y 1003

(5) Idem Pag. 1011

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