El Forjista

Biografía de Domingo Faustino Sarmiento

Sarmiento, el prócer de la oligarquía

Capítulo 19 – De regreso en Chile

 

Luego de permanecer dos días en Río de Janeiro partió en barco con rumbo a Chile, llegando a Valparaíso luego de un viaje de 20 días, en esa ciudad volvió a encontrarse con su esposa e hijo. Su retorno le permitió visitar a varios amigos entre ellos Alberdi que recientemente había publicado Las Bases.

Sarmiento y Alberdi mantuvieron una buena relación pero la entusiasta adhesión del tucumano a la gestión de Urquiza, quién tenía el objetivo de aprobar una Constitución, fue produciendo el alejamiento entre ellos.

En la Argentina cada provincia debía elegir a los diputados que viajarían a Santa Fe a sancionar la Constitución, Urquiza fue designado Director Provisorio con el poder para nombrar al presidente. Buenos Aires se opuso, renunciando Vicente Lopez y Planes, pero Urquiza lo volvió a designar, decidiendo simultáneamente el destierro de Mitre, Velez Sarfield y Valentín Alsina. Pero Vicente López insistió con la renuncia nombrándose en su reemplazo al General Galan. El 11 de septiembre se produce en Buenos Aires un levantamiento contra Urquiza que depone a Galán y designa gobernador a Valentín Alsina. Los porteños volvían a darle la espalda al país.

Alberdi consideraba que el proyecto urquicista coincidía en muchos aspectos con sus propuestas efectuadas en Las Bases, así que su adhesión fue incondicional por lo que decide organizar un grupo de adherentes en Chile, Sarmiento rechazó la invitación y le propone a Alberdi tratar de evitar cualquier discusión sobre Urquiza y su administración para evitar un enfrentamiento entre ellos.

Al enterarse de la rebelión de Buenos Aires contra el resto del país se decidió a escribir “La carta de Yungay” que le dirige a Urquiza y en la cual lo injuria descontroladamente, cayendo en un nivel detestable de enfrentamiento al recurrir a argumentaciones que atacaban la vida privada del entrerriano.
En la carta recordaba los numerosos hijos naturales del entrerriano, apelando de esa manera al chisme público para desacreditar a los rivales políticos, lo acusaba insólitamente de haber degollado y fusilado luego de la batalla de Caseros, ubicando la cifra de los muertos por esos métodos en 4.500, pero no dijo una sola palabra que tanto él como Mitre instigaron y aplaudieron esos métodos de aniquilación.

Define a Urquiza como “hombre perdido, sin rehabilitación posible” y le propuso que convocara a un nuevo Congreso pero que él no concurra y que se le solicitara a las potencias extranjeras que enviaran buques de guerra para que la Asamblea pudiera funcionar sin presiones urquicistas. Una vez más “el prócer argentino” se proponía convocar a fuerzas foráneas para solucionar los problemas internos, a lo largo de su trayectoria política siempre desconfió de los argentinos, mientras que alentaba ciegamente  todo lo que proviniera del exterior.

Manuel Gálvez opinó sobre esta carta lo siguiente: “en la polémica procede con maldad y aún con crueldad” “…por carecer de escrúpulo como combatiente, recurre sin asco a la injuria brutal al sarcasmo hiriente y aún a la calumnia”.

En respuesta a Sarmiento, Alberdi escribió las “Cartas Quillotanas” denominadas de esa manera porque fueron redactadas en Quillota que se encuentra ubicada cerca de Valparaíso, fueron cuatro cartas, la primera de ellas la envió a El Diario a mediados de 1853.

Alberdi acusaba al sanjuanino de mostrar más odio hacia Urquiza que hacia Rosas, y lo cuestionaba por buscar el derrocamiento del entrerriano y de incitar a una guerra civil. El tucumano le reconocía su militancia contra Rosas pero señalaba que esa actitud no lo habilitaba para gobernar y le recordaba que en Chile había apoyado incondicionalmente a un gobierno autoritario. Alberdi era un habilidoso escritor que mostró contundentemente a un Sarmiento presuntuoso y petulante, siempre al borde del ridículo.

El sanjuanino le contestó con cinco cartas que luego serían publicadas como libro titulado “Las ciento y una”, acusando a Alberdi de ser empleado de Urquiza y de despreciar sus argumentaciones. 

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