El Forjista

El golpe de Estado de 1955

El sentido del golpe

Hacia donde apuntaron su objetivo los golpistas, esto es crucial para entender no sólo el golpe de 1955 sino el sistema político que se instauró desde 1955, fue a destruir toda la obra realizada por el peronismo.

Exactamente lo contrario de lo que afirma Félix Luna quién justifica el golpe de estado pero paralelamente intenta separar el gobierno que se instauró a continuación: “La revolución no tuvo programa definido ni gobierno previsto; fue una reacción desesperada contra un poder que había perdido toda mesura y había agotado su razón de ser. Sería un error identificar el alzamiento contra Perón con las modalidades asumidas por el gobierno que siguió. Durante los días de enfrentamiento armado, la revolución fue bienvenida por millones de argentinos, convencidos de que el desplazamiento del líder justicialista era indispensable para abrir un tiempo de paz, tolerancia y democracia. La Revolución Libertadora como régimen es otra cosa y su crónica y juicio no
pertenecen a esta obra”. (74)

Resulta obvio que a nadie se le ocurre derrocar a un gobierno constitucional si luego no tiene previsto modificar sustancialmente el rumbo del gobierno derrocado. Este recurso casi mágico de aprobar el golpe para luego lavarse las manos sobre lo que ese gobierno realizó es cuanto menos una manera muy poco hábil de ocultar las atrocidades de esa administración.

Si el cuestionamiento era que el peronismo no aseguraba “la paz, la tolerancia y la democracia” se hizo más evidente aún que el que lo siguió lo hizo aún menos y que por lo tanto el golpe de estado fue un sangriento suceso que hizo retroceder décadas a nuestro país. Es más según nuestro criterio, el 16 de septiembre es el comienzo de la decadencia argentina.

El derrocamiento de Perón primero y la liquidación de todo el fenomenal andamiaje de justicia social fue la razón de ser de aquella contrarrevolución que tanto entusiasma a Luna.

Veamos quienes eran aquellos “millones” de seres que festejaron durante la asunción de Lonardi, obviamente no se trataba de “cabecitas negras”, fueron sectores cuyos privilegios fueron puestos en duda por el peronismo con el agregado de la clase media ahuyentada del peronismo por las razones que ya mencionamos.

Nada mejor que otro escritor como Ernesto Sábato que no puede ser señalado de tener simpatías con el peronismo para describir la situación: “Aquella noche de septiembre de 1955, mientras doctores, hacendados y escritores festejábamos ruidosamente en la sala la caída del tirano, en un rincón de la antecocina vi como las dos indias que allí trabajaban tenían los ojos empapados en lágrimas. Y aunque en todos aquellos años yo había meditado en la trágica dualidad que escondía el pueblo argentino; en ese momento se me apareció en su forma más conmovedora. Pues ¿qué más nítida caracterización del drama de nuestra Patria que aquella doble escena casi ejemplar? Muchos millones de desposeídos y de trabajadores derramaban lágrimas en aquellos instantes para ellos duros y sombríos. Grandes multitudes de compatriotas humildes estaban simbolizados en aquellas dos muchachas indígenas que lloraban en una cocina de Salta”. (75) Muy pocos adversarios del peronismo tuvieron la hidalguía y la honestidad de Sábato al realizar este reconocimiento.

El doctor Luna posiblemente haya formado parte de aquél sector que festejó pero no puede ocultar que había otra Argentina que en su intuición que no enseña la Universidad sabía quienes defendían sus intereses y que era lo que se avecinaba, ese conocimiento merecían esas lágrimas que más adelante se convertirán en puños cerrados ni bien los nuevos gobernantes mostraran sus garras. Esto también lo sabía perfectamente Eva Perón quién poco antes de morir le recomendó a Perón“No abandones a los pobres. Son los únicos que saben ser fieles…”.

Esta lealtad perdurará más allá de los años y el agradecimiento de esa gente al único gobernante que los había tenido en cuenta pasa muchas veces desapercibida para autores que no saben ver la realidad más allá de sus propios sentimientos de sector o grupo. Incluso Félix Luna persiste en la equivocación, que era posible por aquellos años de duros enfrentamientos pero que debieron amainar con el tiempo, al creer que era posible resguardar las conquistas sociales obtenidas sin Perón en el gobierno. La creencia que el líder era el causante de todos los errores del gobierno no resiste el menor análisis, Perón no fue el primero ni el último líder popular calumniado por las clases privilegiadas por la simple razón de no haber sido sumiso a sus dictados.

El argumento de la supuesta tiranía de Perón oculta la real dictadura del Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial que Perón con su política independiente había evitado para el bien del país y para que los trabajadores no se vieran sometidos a los ajustes que en poco tiempo comenzarían a conocer casi como un acontecimiento cotidiano.

En su afán por denostar a este período al que Luna califica de “un retroceso en nuestra cultura política” acusa a Perón de utilizar “medios deleznables”, carecer de ética, y sostiene que el apoyo popular lo obtuvo por la utilización del aparato estatal, que además fue represor e impidió el debate abierto. Cabría preguntar por qué otros procesos políticos que si fueron declaradamente tiránicos no contaron con la adhesión popular si tan fácil es ganarse el cariño de los más humildes. No es necesario ingresar en largos devaneos intelectuales pues dicho apoyo que se le otorgó al peronismo derivó de hechos concretos, pero que pasaron desapercibidos para los intelectuales adherentes a los viejos partidos.

Nos dice el Dr. Luna: “Argumentar que se quería derrocar a Perón para cancelar las realidades que habían edificado una sociedad más justiciera y sensible, no tenía consistencia”.(76) Estaría en lo cierto si la Revolución Libertadora no se hubiera dedicado de manera sistemática a cancelar una a una las conquistas obtenidas durante la tan criticada gestión peronista.

No demos más vueltas para decir lo que se hace evidente de los hechos históricos, a Perón lo derrocaron las clases acomodadas, el pecado del líder peronista y por eso fue expulsado del poder, fue apoyarse en los sectores siempre relegados y olvidados, no será el único, lo mismo le pasó a Vargas en Brasil, Villarroel y Torres en Bolivia, Allende en Chile , Velazco Alvarado en Perú y tantos otros patriotas de nuestra castigada Latinoamérica que no aceptaron las imposiciones de los poderosos de la Tierra.

Atribuir el golpe a las condiciones personales de Perón, como hace la intelectualidad antiperonista, no es sino un arbolito para ocultar el bosque. Ni “carecía de ética” ni utilizaba métodos“deleznables”, por el contrario utilizó de las herramientas que se encontraban a su alcance para enfrentar intereses muy poderosos, el amor de su pueblo fue uno de los escasos premios para quién gobernó en tres oportunidades y que murió cumpliendo el último mandato de su pueblo. Ya en el exilio Perón anunció lo que le esperaba al pueblo: “En la Argentina se inicia un vía crucis de represiones que advertirá a todos que a quién se quería derrocar no era a mi persona, sino al país entero…”. (77)

Marta Lonardi también acentúa la responsabilidad de Perón en la caída de su gobierno: “En la Patria de todos amanecía tras las tinieblas de una oprobiosa dictadura, que so pretexto de justicia social no discutida, avasalló las libertades, humilló las conciencias y prostituyó las instituciones de la República, como si la malsana soberbia del déspota necesitase la degradación moral de nuestra Nación”. (78)

La justicia social lejos estuvo de ser un pretexto pero sí lo era el que la “justicia social no se discutía” pues durante el golpe encabezado por su padre se asaltaron sindicatos para imponer dirigencias que simpatizaban con el levantamiento. El mismo Lonardi fue derrocado por su negativa a intervenir la CGT , que fueron precisamente uno de los blancos de la autodenominada Revolución Libertadora, el objetivo principal de todo el odio gorila estaba dirigido hacia esa institución y obviamente a Perón.

La obligada reflexión de Perón en el exilio le permitió afilar su opinión sobre los participantes del golpe: “…los que nos desplazaron del gobierno, fueron los mismos de siempre. Los oligarcas y sus patrones: los grandes monopolios internacionales. El capitalismo apátrida. Son los que gobiernan desde entonces, a través de personeros y acólitos a su servicio”. (79)

Otro protagonista fundamental del gobierno y especialmente de la Resistencia Peronista contra la dictadura de Aramburu dirá: “En nuestro país, la caída de Perón significó el ingreso del país en ese orden imperial: la política internacional repudió el tercerismo y las actitudes independientes”. (80)

Precisamente estos dos hombres, Perón y Cooke, hablaron aquél 31 de agosto desde el balcón que daba a la Plaza de Mayo cuando se anunció el fin de la conciliación, Perón anunciaba: “Pero una sola cosa ellos buscan retrotraer la situación a 1943” así se refería a los opositores comprometidos en el golpe. En tanto que Cooke expuso: “Esas fuerzas no están alzadas contra un hombre; lo están contra el pueblo, al que niegan el derecho de elegir su propio destino y su propio conductor.

Reniegan de la Argentina nueva, la de las conquistas sociales, económicas y políticas; la de los principios de justicia y de la soberanía inmaculada, para intentar retrotraernos a la vieja factoría colonial de los estancieros explotadores, de los comerciantes ávidos, de los acaparadores habilidosos, de las ganancias supercapitalizadas, de los salarios de infraconsumo, de los gerentes extranjeros y de los traidores nativos”. (81)

Pero volvamos al golpe de estado triunfante, desde Córdoba Lonardi hace conocer su lema de “ni vencedores, ni vencidos” que muy poco tendrá que ver con la realidad, ni este general ni sus colaboradores pudieron aplicar este principio.

Desde la radio LV2 de Córdoba se realizó una emisión especial desde donde se propaló al país el siguiente comunicado: “Hoy los argentinos vuelven a marchar por el camino democrático que siempre los caracterizará en el mundo entero. La egolatría insana de un hombre que no supo medir los impulsos de su ambición pretendió dar por tierra con todo lo que para el pueblo argentino era más querido: nuestra inmaculada bandera fue mandada incendiar por el que se llamaba argentino número uno a sí mismo” “…lograr una inmediata pacificación de la comunidad de la Patria bajo el signo con que nos lanzamos a la batalla decisiva: ni vencedores, ni vencidos…que nadie se crea con derecho de aplicar la Ley del Talión ni el cobrar mezquinas venganzas personales, ni hacerse
justicia por la propia mano, ni a destrozar bienes privados o públicos, ni efigie o símbolos, ni en una palabra practicar actos que al herir o lastimar sentimientos de la personas hieren y ofenden los altivos sentimientos de nuestra Nación digna, que siempre fue justa, pródiga y generosa con el vencido”.

Hablaban de pacificación y paralelamente comenzaban calumniando al adversario, y dando rienda suelta a uno de los períodos de mayor persecución política. El contraalmirante Rojas se apuró a adoptar su primera medida cambiando el nombre al crucero “17 de octubre” poniéndole “General Belgrano”, bajo ese nombre fue hundido por la flota imperialista inglesa en el Atlántico Sur.

Lonardi convocaba a los trabajadores a participar y trataba de calmarlos: “Sepan lo hermanos trabajadores que comprometemos nuestro honor de soldados en la solemne promesa de que jamás consentiremos que sus derechos sean cercenados”.

Toda una pléyade de comunicados de apoyo al nuevo gobierno por parte de aquellas instituciones que celebraban la caída del peronismo, la Sociedad Rural Argentina a través de su titular Juan José Blaquier hacía llegar su solidaridad y apoyo, lo mismo que la Cámara Argentina de Comercio y obviamente los partidos políticos como el Demócrata (conservador) y la Unión Cívica Radical que en un comunicado expresaba: “El alzamiento fue el último recurso a que se vio compelido el pueblo privado de toda posibilidad de resolver en paz y concordia los angustiosos problemas de su existencia nacional. El régimen que acaba de caer, que negó la libertad, la justicia y la moral, y negoció la soberanía queda señalado para siempre como el único responsable de esta tragedia”.(82)

Los radicales cambiaban el sentido del golpe del que participaron activamente y al que saludaban con euforia, los responsables del golpe no eran los golpistas sino las víctimas, olvidando que su partido había sido derrotado electoralmente por guarismos cada vez más desfavorables para dicho partido. La Unión Democrática se había reconstituido, ahora bajo las sombras de las armas, apoyando con entusiasmo cada una de las resoluciones que reprimían al peronismo.

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(74) Félix Luna Tomo III pag 328
(75) Ernesto Sábato en El otro rostro del Peronismo citado por Marta Lonardi pag 147
(76) Félix Luna Tomo III pag 341 a 350
(77) Pavón Pereyra. Conversaciones con Juan D. Perón pag 38
(78) Marta Lonardi Pag 146
(79) Eugenio P. Rom Así hablaba Juan Perón pag 131
(80) John William Cooke. Peronismo y revolución. Ediciones Papiro 1971. pag 68
(81) Julio Godio pag 150
(82) Diario El Mundo 23/09/1955

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